Cuando usted escucha el número “cuarenta” ¿qué es lo que viene a la mente? Si usted es cristiano, lo primero que pensará podrá ser los días del diluvio (Gén 7:12); los días que Moisés pasó en la presencia de Dios (Gén 34:28); también podrá recordar los cuarenta días en que los espías tardaron en explorar la tierra de Canaán (Gén 13:25); el viaje de Elias hasta el Monte Horeb (1 Rey 19:8); y uno de los momentos más especiales, la tentación de Jesús, luego de haber estado cuarenta días y noches sin comer (Mat 4:2).
La Biblia tiene otros pasajes que mencionan esta cantidad de días, en los cuales grandes hombres de fe tuvieron un momento de prueba.
En el relato bíblico se menciona algunas de las actividades que estos personajes estuvieron realizando durante ese tiempo: caminata, oración, ayuno, viaje. Se comenta sobre el efecto que esa experiencia tuvo sobre sus vidas, cambios que obtuvieron al pasar por ese tiempo de comunión o prueba.
Un poco de historia sobre la cuarentena
Tal vez un repaso de la historia de las “cuarentenas” nos podrá llevar a una mejor comprensión de la realidad que todos afrontamos en estos días.
A lo largo de la historia, la humanidad ha soportado diferentes tipos de mortandades masivas, en el año 293 A.C. se tiene un registro de una peste en Roma; para el año 736 San Othmar fue uno de los precursores para un “aislamiento” para los leprosos en “hospitiolum ad suscipiendos leprosos” cerca de Abadía de Saint Gall; otros que tomaron estas medidas fueron Pipino el Breve en el 757 y Carlomagno en 786, permitiendo a los leprosos ser atendiendo en lugares apartados de otros enfermos y de la comunidad (Gerlitt et al., 1942).
Entre las enfermedades que también se tiene registro como pestes que requerían de un aislamiento social, se encuentran: “La Peste, la Lepra, la Sífilis, el Cólera, la Fiebre Amarilla, de acuerdo a lo comentado por Claudio Galeno seguidor de Hipócrates” (Peña, 1922)
Estos son los primeros registros de lo que se denominaría como una intención de “salud pública” en el que interviene el gobierno para cuidar la salud de los ciudadanos, con medidas de “confinamiento” y “aislamiento social”. Sin embargo, no se tenía una aplicación a cantidad de días.
“De acuerdo a lo comentado por Eager, en los leprosarios se aplicaron las primeras medidas de cuarentena y luego se las emplearon en las Estaciones (puertos) marítimas y dictadas por caso final contra la Fiebre Amarilla”. Los venecianos fueron los primeros en realizar este tipo de restricciones en el año 1000 (Peña, 1922).
Existen otras informaciones que mencionan que la primera cuarentena “nació en 1374, con el edicto de Reggio, en la ciudad de Módena, Italia. Y lo que se aplicó fue un “cordón sanitario” haciendo uso de la “cuarentena” que se aplicaba a los buques de mala fama médica que llegaban a los puertos”. Se creía que los cuarenta días llevaban un período de incubación.
Originalmente se aplicó un tiempo de diez días; posteriormente el 27 de Julio de 1377, el consejo municipal de Ragusa sobre la costa dalmática, impuso un período de 30 días. En 1383, en la ciudad de Marsella, se estableció por primera vez un período de 40 días de observación, aunque se tiene registros que en Venecia se aplicó esta medida en el año 1127 (Gerlitt et al., 1942).
¿Por qué cuarenta días?
Podríamos hacernos esta pregunta ¿Por qué cuarenta días? “Según Hecker, el establecimiento de un período de 40 días fue debido a que en los siglos XIII y XIV se creía generalmente que el cuadragésimo día se producía la separación entre la forma aguda y la forma crónica de una enfermedad. También se recurrió a la Biblia, específicamente el periodo determinado por el Diluvio y a otros pasajes que describían una tiempo de 40 días” (Gerlitt et al., 1942)
El doctor Benner Dowler en su libro “Tablau of the Yellow Fever of 1853” hace mención a que en la epidemia de la Fiebre Amarilla de 1796 en New Orleans se adoptó la medida de la aislamiento de 40 días de acuerdo a lo estudiado en las epidemias de la Edad Media y también por los sucesos bíblicos como el diluvio, la permanencia de Moisés en el Sinaí (Peña, 1922).
Al haber repasado estos momentos de la historia podemos ver la preocupación del ser humano por evitar ser “contagiado”, de controlar una “peste” en beneficio de la ciudadanía y evitar más muertes. Sin embargo, este confinamiento genera cambios y efectos en la persona, a parte de afrontar la enfermedad.
En este tiempo en el que todo el mundo está pasando por un tiempo de confinamiento y aislamiento social, se han comenzado a realizar estudios para poder comprender las emociones que producen estos tipos de restricciones.
¿Qué efectos produce el aislamiento social en las personas?
Uno de los estudios que mencionaré es el realizado por Brooks et al., (2020) en el que acumulan información sobre investigaciones de diferentes especialistas en diferentes países sobre los efectos psicológicos de las personas que afrontaron otras epidemias recientes como el SARS y la influenza equina.
Entre los efectos que se encontraron, y resumo, son: trastornos emocionales, depresión, estrés, bajo estado de ánimo, irritabilidad, insomnio, síntomas de estrés postraumático, ira, agotamiento emocional, temor, nerviosismo, tristeza, confusión, miedo, pena, entumecimiento, ansiedad.
También se analizó efectos posteriores a largo plazo como: abuso de alcohol o síntomas de dependencia, conductas de evitación. Y debido a la pérdida del trabajo, posterior a la epidemia, se percibieron los siguientes: enojo, molestia, miedo, frustración, culpa, impotencia, aislamiento, soledad, nerviosismo, tristeza, preocupación y menos felicidad (Brooks et al., 2020).
Un ejemplo que nos puede ayudar
Con toda esta información, permíteme unir dos aspectos importantes: la primera cuarentena en la historia de la humanidad y el impacto psicológico. Para eso, me hago una pregunta ¿Qué habrá sentido Noé y su familia durante ese tiempo de “cuarentena”, “aislamiento social” y “confinamiento”? Con la ayuda de estudios recientes, podemos tener un breve conocimiento de lo que pudieron sentir.
Recordar que la palabra “cuarentena” se aplicaba a los barcos y provenía de esta historia bíblica. El motivo del diluvio y la preparación del arca, era para poder preservar la vida de aquellos que no querían infectarse o contaminarse con la “maldad” que en ese tiempo se esparció como una “pandemia global” (Gén 6:5-6).
¿Será que, durante ese tiempo de aislamiento, que duró poco más de un año (Gen 7:11 y 8:13-14) Noé y su familia sintieron miedo, tristeza, ira, temor, nerviosismo, insomnio? Podemos usar la imaginación y responderíamos que sí.
De paso, era la primera vez que llovía sobre la tierra, pero no cualquier lluvia, fue un cataclismo mundial. Tuvo que afrontar una experiencia nunca antes vista ni vivida, no sabía a dónde llegaría ni qué sucedería después.
No sabía lo que haría con su vida después de que bajen las aguas. Lo único que podemos conocer es que el actuó por fe para poder salvarse y salvar a los suyos. Un pasaje de la Biblia nos muestra que por fe Noe, cuando recibió la advertencia, decidió construir un arca en obediencia y así salvó a los suyos (Heb 11:7).
En la actualidad
Les seré muy honesto. Durante este tiempo de “cuarentena”, he sentido algunas de las emociones descritas en los estudios mostrados. Algunos durante este tiempo han tenido que despedirse de sus seres queridos, han perdido su fuente de ingresos, se han quedado sin recursos para poder afrontar las necesidades básicas de la familia, otros habrán sentido temor al futuro, o la sensación de no poder controlar que alguno de los miembros de la familia pueda contagiarse.
Y sea lo que usted haya sentido, es valido y real. No significa que por ser hijo de Dios no podamos sentir esas emociones. Noe y su familia con seguridad la sintieron, porque Dios nos ha dado las emociones para expresarnos, no somos meros objetos.
Pero con fe, Noe y su familia tuvieron que afrontar el tiempo que estuvieron dentro del arca, no se si la comida que ellos guardaron fue suficiente, no pudieron salir como nosotros en algunos países, de acuerdo al número de tu identificación o placa de vehículo, no hubo otro barco a quien pedir ayuda, eran solo los ocho miembros dentro del barco.
Es interesante comprender que, de esta historia, algunos símbolos se utilizan hoy en día para mostrar la esperanza de la humanidad, por ejemplo, una paloma con una rama de olivo, que nos recuerda que Noe tuvo que enviar esta ave para que le ayudara a comprobar si la tierra estaba seca y que alentador debe haber sido, el día en que la paloma llegó con esta pequeña evidencia de que el día final del confinamiento se acercaba.
Mi experiencia personal
Estos días, que me tocó trabajar en la fábrica de alimentos CADE en la que Dios me ha permitido estar al frente, vi los rostros de mis colaboradores, y pude percibir ansiedad, preocupación, temor, incertidumbre en medio de todo lo que sucedía a nuestro alrededor, pero cada día nos encomendábamos a un Dios que así como cuidó el arca en medio de toda la tempestad, de la soledad y del tiempo, puede cuidarnos a cada uno de nosotros.
Días atrás, el primero de mayo, nos tocó a todos nosotros trabajar, ya que teníamos un pedido de una cadena de supermercados que atender. Conversamos con el equipo y acordamos pasar nuestro día libre, en honor al día del trabajador, para el próximo día lunes de trabajo. Como era viernes, acordamos trabajar hasta las cinco de la tarde. Todos pusieron su esfuerzo, su parte para que todo esté listo.
Al salir de la industria, las nubes mostraban que se vendría una fuerte lluvia sobre nuestra localidad, sin embargo, también se pudo percibir una de las señales que el Señor dio después del diluvio, el arcoíris. En mi vida pude ver una imagen de un arcoíris tan especial como este.
Habíamos pasado el mes de marzo y abril de una forma interesante, con días de mucho trabajo y otros donde no hubo pedidos, días en el que estuve preocupado por el pago de salarios y gastos, y otros donde pensé que lo peor podía venir por la situación nacional y mundial.
Al ver esta señal que nos recuerda el cuidado de Dios con Noe y su familia, me ayudó a comprender que no estaba solo, ni mis compañeros de trabajo, tenemos un Dios que nos cuidó en todo este proceso, que abrió las puertas de manera increíble y que el futuro está en las manos de Él.
Te invito a que le entregues tus emociones, tus planes e incertidumbres, recordando que “Él tiene cuidado de nosotros”.
BIBLIOGRAFÍA
Brooks, S., Webster, R., Smith, L., Woodland, L., Wessely, S., & Greenberg, N. (2020). El impacto psicológico de la cuarentena y cómo reducirla: revisión rápida de la evidencia. The Lancet, 395, 912–920. Retrieved from http://www.cop.es/uploads/PDF/IMPACTO-PSICOLOGICO-CUARENTENA.pdf
Gerlitt, J., Leikind, M. C., Manes, J., Silvetti, M., Faría, J., De Siqueira e Silva, N., & Fernandez, G. (1942). Cuarentena. Actas Ciba 8, (Agosto), 170–204. Retrieved from http://www.codem.es/Documentos/Informaciones/Publico/e1b20a14-63e5-4822-ba32-c8e96264f007/ca70d0a9-456d-43bb-a111-640e6070585a/39aae907-d36e-492d-8059-e416c518ce7b/RA_1942-8.pdf
Ledermann, W. (2003). El hombre y sus epidemias a través de la historia. Revista Chilena de Infectología, 20, 13–17. https://doi.org/10.4067/s0716-10182003020200003
Peña, F. (1922). Reseña historica de la cuarentena. Retrieved from https://collections.nlm.nih.gov/ext/dw/9212820/PDF/9212820.pdf
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