Con el avance de la ciencia médica, se ha podido erradicar aquel terrible concepto de que las personas con lepra no podían vivir en sociedad, compartiendo lugares y tareas con otras personas. Pero lo cierto es que, sin no recibe tratamiento, la lepra continúa provocando aquellas deformaciones físicas y desfiguramientos que tanto aterraban a líderes y pobladores de antaño.
La lepra o enfermedad de Hansen es una enfermedad infecciosa crónica producida por la bacteria Mycobacterium Leprae. Se trata de un bacilo resistente al alcohol que afecta especialmente, al sistema nervioso periférico: la piel, la mucosa de las vías respiratorias superiores y los ojos.
Solamente se presenta y transmite en el ser humano (los animales no la contraen ni la trasmiten); y aunque el contagio es muy difícil, se produce de persona a persona por contacto directo. El contagio se efectúa a través de fluídos nasales y orales (gotículas, saliva, mucosidad).
Es una enfermedad que tiene un período de incubación muy largo. Según datos proporcionados por la Organización Mundial de la Salud, tal período puede oscilar entre un par de meses y superar incluso 10 años o más (contando desde el momento en que se realizó el contacto con la persona infectada), siendo ésta una característica que la hace casi única. Pero en la práctica se da mayormente que muchas de las personas que entran en contacto con una persona enferma no llegan a infectarse porque su sistema inmune aplaca la bacteria.
Aunque las estadísticas muestran que los más afectados suelen ser personas jóvenes de entre 20 y 40 años, es de particular interés de la comunidad médica la prevención en embarazadas, ya que pueden trasmitirle la infección a su bebé en gestación, aunque ellas mismas no se enfermen.
Los últimos datos cuantitativos referidos a esta patología datan del 2017: en ese año las cifras oficiales provenientes de 159 países registraron 211.009 nuevos casos de lepra.
Síntomas de la lepra:
Veamos los síntomas que denotan la presencia de lepra. Pueden aparecer:
- Lesiones cutáneas: son reacciones muy frecuentes que se presentan con un color más claro que el color normal de la piel del individuo, por eso se les llama “manchas blancas”.
- Lesiones de piel que no se curan, que perduran semanas o incluso meses.
- Adormecimiento u “hormigueo” en la piel. Esto se produce debido a que los nervios que están debajo de nuestra piel resultan dañados.
- Debilidad muscular.
Si la persona no recibe tratamiento, la lepra puede causar lesiones progresivas y permanentes en la piel, los nervios, las extremidades y los ojos.
A la lepra se la diferencia según su gravedad:
- Lepra Paucibacilar (PB): es la menos grave. Presenta unas pocas lesiones cutáneas, algunas manchas en la piel junto con pérdida de sensibilidad en esas zonas. Las personas con este tipo de lepra responden rápidamente al tratamiento.
- Lepra Multibacilar (MB): es la más grave, pero también existe un efectivo tratamiento para su curación. Se caracteriza por múltiples lesiones cutáneas, inflamación de los nervios, congestión nasal y epistaxis (hemorragia nasal).
Diagnóstico certero:
Para saber con exactitud si padece la enfermedad, principalmente si efectivamente ha estado en contacto con un enfermo, o si nota que presenta los síntomas mencionados anteriormente, debe saber que con una serie de estudios se arriba a un diagnóstico exacto:
- Biopsia: se trata de un leve pero minucioso raspado de la piel, una extracción de una muestra para su examen microscópico. El profesional determinará la profundidad que requiera dicha muestra.
- Lepromina cutánea: es un examen específico para determinar qué tipo de lepra padece la persona. Requiere que el profesional inyecte una muestra no infecciosa debajo de la piel, marcar el sitio de la inoculación, y examinarlo en lapsos determinados (de 3 a 28 días) para verificar la reacción y cuantificarla.
¿Qué tratamientos existen para la lepra?
Según lo registrado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), el primer avance importante en el tratamiento se realizó en los años ´40 con la dapsona. Tiempo después se conocieron la rifampicina y la clofazimina, drogas que componen exactamente el tratamiento multimedicamentoso que se aplica para la lepra.
Este tratamiento también requiere de un riguroso control progresivo:
- Consultas mensuales al profesional para vigilar la aparición de reacciones adversas al tratamiento farmacológico.
- Examen clínico anual con valoración específica de lepra y estudio bacteriológico.
Cada uno de estos aspectos es importante ya que el conocimiento que se tiene actualmente de la enfermedad hace posible la eliminación de la misma, y para ello deben combinarse esfuerzos médicos, sociales, políticos y científicos.
El conocimiento y el tratamiento en comunidad es lo que diferencian a la lepra de los tiempos bíblicos de la enfermedad en la actualidad.
Artículo presentado en colaboración de Servicios de Infectologia y Dermatologia SAP (Sanatorio Adventista Del Plata – Argentina)
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