¿Amigas o enemigas?

Hoy en día se conoce al intestino como “el segundo cerebro” ¿sabes por qué?

Abigail Ballone

Médica especialista en Medicina del Estilo de Vida y posgraduada en Alimentación Vegetariana y Estilo de Vida

2 Artículos


15 de agosto de 2019

¿Sabías que estamos formados por un número mayor de microbios que de células? Aproximadamente tenemos 100 trillones de microbios, 10 veces más que el número de células que conforman nuestro cuerpo. Y la mayor comunidad microbiana que tenemos, compuesta por microorganismos comensales y simbióticos en su mayoría bacterias, también hongos, archaea y virus, se la denomina: microbiota intestinal (1), o anteriormente conocida como flora intestinal.

Hipócrates, quien es considerado el padre de la medicina dijo: “Toda enfermedad comienza en el intestino” y hoy en día se conoce al intestino como “el segundo cerebro” ya que posee un complejo sistema neuronal con capacidad autónoma, pero a su vez conectado con el sistema nervioso central a través del sistema simpático y parasimpático.

Se ha estimado que el intestino posee más de 100 millones de neuronas (2). El intestino se encarga del proceso de la digestión y cumple una importante función inmunológica. Algunas enfermedades asociadas con respuestas inmunitárias anormales como por ejemplo la enfermedad inflamatoria intestinal, la diabetes tipo I, la esclerosis múltiple, las alergias y el asma han aumentado mucho en los últimos años. Las investigaciones han mostrado que la comunidad microbiana en las personas que padecen estas enfermedades es diferente de la microbiota de las personas sanas, lo que sugiere que estas enfermedades tendrían parte de su génesis, relacionada a ésta (3). 

La microbiota intestinal esta compuesta por microorganismos beneficiosos y otros potencialmente patógenos (peligrosos), pero en condiciones normales viven en equilibrio. Cuando este equilibrio se pierde, se produce lo que se llama disbiosis. Este desequilibrio puede producirse cuando hay un sobrecrecimiento de las bacterias patógenas, cuando hay una disminución de las bacterias benéficas o cuando hay poca diversidad de bacterias en la microbiota intestinal (3).

¿Cuáles son los factores que influyen en el desequilibrio de la microbiota? 

Son varios los factores que contribuyen a esto, como el uso prolongado de antibióticos, el medio ambiente y especialmente los hábitos alimentarios. 

En una investigación realizada por la Universidad de San Pablo (USP) se dividió a la población estudiada en 3 grupos, según el padrón de dieta, en omnívoros, lacto-ovo-vegetariana y vegetarianos estrictos y se estudió cuál era la composición de la microbiota de cada padrón alimentario y su relación con marcadores inflamatorios, resistencia a la insulina y perfil de riesgo cardiovascular. Esta investigación concluyó que el padrón de la microbiota varía según el padrón alimentario y sugiere que la exposición a alimentos de origen animal favorecen a un entorno intestinal que podría desencadenar una inflamación sistémica y trastornos metabólicos dependientes de la resistencia a la insulina (4), lo que favorece a diabetes tipo II.

¿Qué alimentos favorecen la diversidad y el crecimiento de las bacterias benéficas? 

Los llamados prebióticos son carbohidratos no digeribles que estimulan selectivamente el crecimiento  de bacterias benéficas, proporcionando un efecto beneficioso al organismo (5). Los prebióticos más conocidos son la inulina, oligofructosa, galactooligosacáridos, lactulosa, oligosacáridos de la leche materna y fructooligosacáridos (6). Ejemplos de alimentos ricos en prebióticos son: achicoria, banana, cebolla, ajo, espárragos, cebada, trigo, ajo puerro, miel, alcauciles, cebada, avena, garbanzo, centeno, entre otros. Es decir, la incorporación de frutas, verduras y cereales integrales en la dieta es de suma importancia para ayudar el crecimiento de las bacterias benéficas (especialmente los Lactobacillus y Bifidobacterias). Los beneficios de los prebióticos incluyen reducción de bacterias potencialmente patógenas, mejora la función de la barrera intestinal e inmunidad del huésped y contribuye a la producción de AGCC (ácidos grasos de cadena corta). Los AGCC sirven como fuente de energía a las células intestinales y contribuyen a consolidar la mucosa protectora del intestino, tienen un efecto antiinflamatorio y modifican positivamente el entorno intestinal, modulando el sistema inmunitario y reduciendo el riesgo de cáncer. Por otro lado hay evidencias que los AGCC ayudarían a reducir los niveles de colesterol y glucosa, lo que todavía debe comprobarse con mayores estudios (7).

Para mantener el equilibrio de nuestra microbiota también se pueden consumir probióticos, los cuales son microorganismos vivos que cuando son suministrados en cantidades adecuadas, promueven beneficios en la salud del organismo anfitrión (8). Estos pueden ser en forma de preparados farmacéuticos o en los alimentos, como los encontrados en el kefir, kombucha, yogur, tempeh, chucrut, kimchi y miso. Sin embargo, no se han realizado muchas investigaciones sobre los beneficios de estos preparados caseros. El que más se ha investigado es el kefir y sus propiedades contra diferentes enfermedades (9). Todavía no se ha concluido si el uso de probióticos tendría un efecto a largo plazo sobre nuestra microbiota. De manera que, sobre todo, debemos cuidar nuestro estilo de vida, especialmente en lo que respecta a la alimentación, porque eso sí hará una diferencia a largo plazo.

De manera que a partir de hoy… ¿vamos a cuidar más a nuestras amigas, las bacterias?

Bibliografía

  1. ARUMUGAM, Manimozhiyan et al. Enterotypes of the human gut microbiome. Nature, [s.l.], v. 473, n. 7346, p.174-180, 20 abr. 2011. Springer Science and Business Media LLC. http://dx.doi.org/10.1038/nature09944.
  2. BBC News Mundo. Por qué lo llaman «el segundo cerebro» y otros 6 datos sorprendentes sobre el intestino (:https://www.bbc.com/mundo/noticias-45640966)
  3. PETERSEN, Charisse; ROUND, June L.. Defining dysbiosis and its influence on host immunity and disease. Cellular Microbiology, [s.l.], v. 16, n. 7, p.1024-1033, 2 jun. 2014. Wiley. http://dx.doi.org/10.1111/cmi.12308.
  4. FRANCO-DE-MORAES, Ana Carolina et al. Worse inflammatory profile in omnivores than in vegetarians associates with the gut microbiota composition. Diabetology & Metabolic Syndrome, [s.l.], v. 9, n. 1, p.1-8, 15 ago. 2017. Springer Nature. http://dx.doi.org/10.1186/s13098-017-0261-x.
  5. SLAVIN, Joanne. Fiber and Prebiotics: Mechanisms and Health Benefits. Nutrients, [s.l.], v. 5, n. 4, p.1417-1435, 22 abr. 2013. MDPI AG. http://dx.doi.org/10.3390/nu5041417.
  6. Guía Práctica de la Organización Mundial de Gastroenterología: WGO Practice Guideline. Probióticos y prebióticos. Octubre de 2011
  7. GUT Microbiota for health. Ácidos grasos de cadena corta: sus efectos en la salud.  5 Abr 2017 por Kristina Campbell. (https://www.gutmicrobiotaforhealth.com/es/acidos-grasos-de-cadena-corta-sus-efectos-en-la-salud/ )
  8. FAO/WHO Working Group (abril-mayo de 2002). «Guidelines for the Evaluation of Probiotics in Food». Consultado el 28 de Julio de 2019.
  9. OTLES, Semih; CAGINDI, Ozlem. Kefir: A Probiotic Dairy-Composition, Nutritional and Therapeutic Aspects. Pakistan Journal Of Nutrition, [s.l.], v. 2, n. 2, p.54-59, 1 fev. 2003. Science Alert. http://dx.doi.org/10.3923/pjn.2003.54.59.
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