Fue a los 16 años que, mientras jugaba un partido de billar, Marco Antonio Zenaro dio el primer paso que cambiaría su vida. Rodeado por sus amigos, fue incentivado a dar su primera pitada. “Después de ese día comencé a fumar”, recuerda con un evidente desánimo en la voz. Desde allí el vicio fue creciendo. De dos o tres cigarrillos por día, pasó a ser un mazo.
El vicio comprometió también su desempeño en el trabajo. Cada cierto tiempo, hacía una pausa en sus actividades y salía del ambiente en el que estaba rodeado de personas, para aislarse y fumar. Él describe: “Cuando estaba sentado y me paraba de golpe, aparecían varias estrellitas frente a mi”
Problema global
De acuerdo con los datos divulgados en mayo de 2018 por la Organización Mundial de la Salud (OMS), existen hoy en el mundo 1,1 billón de personas fumadoras. De los cuales casi el 80% pertenecen a naciones de ingresos medio o bajos. China lidera el ranking de los países con el mayor número de adictos al tabaco: 300 millones de personas.
El informe WHO global report on trends in prevalence of tobacco smoking 2000-2025, publicado en 2018 por la OMS, nos trae un panorama de reducción en el número de fumadores en todo el mundo. En el 2000, el 27% de la población del planeta hacía uso del tabaco. En 2016, el porcentaje cayó a un 20%.
Esfuerzos contra el tabaquismo
Aun así, los números están más allá de lo esperado. Por eso, organizaciones sociales civiles e iniciativas independientes, han buscado ofrecer medios para quienes quieren vencer el tabaco y volver a tener calidad y mayor expectativa de vida, ya que para los hombres con este vicio la reducción puede llegar a 12 años y para las mujeres cerca de 10 años.
Históricamente, los adventistas del séptimo día se hicieron conocidos en todo el mundo por su estilo de vida y cuidados con la salud. De entre sus prácticas más difundidas -y que son enfatizadas hace más de 100 años- están la abstinencia del alcohol y del tabaco, que a principios del siglo XX ya eran considerados por la denominación como nocivos a las esferas física, mental y espiritual.
A lo largo de las últimas décadas, la Iglesia Adventista del Séptimo Día ha apoyado a quien desea vencer el cigarrillo, ofrecido gratuitamente el curso “Cómo dejar de fumar en cinco días” el cual ya ayudó a miles de personas a conseguir vivir sin él. Después de años de asociación con el tabaco y algunos intentos de eliminarlo de su historia, Marco Antonio Zenaro recibió la invitación que, una vez más, cambiaría su vida, aunque no estaba seguro de que eso sucedería en aquella ocasión.
Rumbo a la libertad
El folleto entregado por su suegra lo dejó pensativo. «Yo no quería ir a la iglesia», recuerda Zenaro, un religioso no practicante. Pero la insistencia de su esposa lo impulsó a participar al menos en una de las reuniones. No recuerda exactamente el año, pero calcula que debería haber sido entre 1998 y 1999, cuando consumía dos paquetes de cigarrillo al día.
En el primer encuentro, las imágenes presentadas en el televisor lo impactaron profundamente. «Mostraron cómo quedaba el cuerpo y la piel de las personas que fumaban. Eran flacas y se les veían los huesos en la cara», describe. En aquella época, los medios todavía exhibían propagandas que mostraban al fumador como alguien aventurero y lleno de libertad, nunca revelando el verdadero efecto que el tabaco causaba en el organismo y en la fisonomía. «Pensé: ¿Pero será verdad que el cigarrillo te hace esto? Si lo hace, entonces tengo que dejar de fumar».
Las conferencias, el acompañamiento médico y una sustancia que recibió para hacer gárgaras lo ayudaron a enfrentar los obstáculos impuestos por el vicio. Después de usar el líquido, el cigarrillo tenía otro gusto, lo que le generó repulsión. Luego enfrentó los efectos naturales – y momentáneos – de la abstinencia, y nunca más fumó. Desde aquel día ya pasaron más de 20 años.
Nuevos tiempos
Ahora, la Iglesia Adventista pasa a ofrecer una nueva versión de su curso antitabaco en el marco de la Jornada para dejar de fumar. Se trata de una guía que podrá ser utilizada por médicos y un equipo multidisciplinario no sólo para orientar a los participantes, sino principalmente para que éstos tengan un contacto más efectivo con el programa ofrecido en los templos locales.
«La forma en que usted orienta a la persona a dejar de fumar ha cambiado», justifica el oncólogo Rogério Gusmão, director del departamento de Salud de la Iglesia Adventista para ocho países sudamericanos. De acuerdo con él, la propuesta es ofrecer un acompañamiento más personal y extenso a aquellos que optan por dejar el tabaco. «El estudio de cómo cambiar un hábito ha evolucionado mucho en los últimos años. Es por eso que el fumador necesita conocerse a sí mismo”.
El objetivo es también formar grupos de apoyo que den continuidad a la atención para ayudar a la persona a evitar sufrir una recaída.
Si desea más información sobre el curso para dejar de fumar y a otras herramientas sobre el tema , es sólo hacer clic aquí.
Para ayudarte en este proceso, aquí en el site tenemos ocho actitudes esenciales que toda persona debería seguir, independientemente del nivel de salud en el que se encuentre. Poniendo en práctica estos ocho pasos, tendrás un indicio de lo que es necesario cambiar para una vida plena.
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