El trastorno Bipolar, forma parte de los llamados “trastornos del estado de ánimo” y eso se debe a que el foco de afectación es precisamente el estado afectivo.
Como su nombre indica, es una enfermedad que oscila entre los dos polos del ánimo.
Si bien no es posible generalizar, puesto que la gravedad de los síntomas o la forma de expresión de ellos conforman un amplio abanico, podemos remitirnos a algunos puntos importantes que definen a esta enfermedad.
Primera fase
Lo más característico en este tipo de cuadros, es la aparición de episodios de manía (o hipomanía, en donde los síntomas son más leves).
Esto es un comportamiento que deriva de la exaltación de las funciones mentales dónde el pensamiento se acelera, las emociones se vuelven más intensas, disminuye la necesidad de dormir y pese a dormir pocas horas, no hay cansancio diurno, aumenta el interés por el sexo y las actividades sociales, gastos de dinero excesivos, entre otros.
En muchas ocasiones, las personas que se encuentra al comienzo de la fase maníaca, pueden describir que están en el mejor momento de sus vidas, que se sienten plenos, con mucha energía, que son capaces de lograr cualquier cosa que se propongan.
Suelen crear muchos proyectos que no se ajustan a la realidad circundante del sujeto, mostrarse muy animados.
Todos los rasgos de la personalidad, se ven exaltados, al igual que las emociones, y es posible ver una sobrevaloración de las propias capacidades.
En episodios de manía, los procesos de pensamiento cambian, haciendo que haya un bajo registro de consecuencias y poco control en la toma de decisiones.
En algunos casos, pueden aparecer síntomas psicóticos, como delirios de grandeza (creer que es una persona especial, que tiene una misión secreta que realizar, etc).
Diferencia entre alegría y manía
Dicho esto, podemos preguntarnos cuál es la diferencia entre un estado de manía y un episodio de alegría, puesto que es posible que muchos de nosotros, nos sintamos identificados con lo descripto anteriormente al pensar en un momento en el que recibimos una buena noticia, cumplíamos algún objetivo propuesto, etc.
La diferencia, radica principalmente en la durabilidad.
La alegría, tiene una justificación clara y dura un momento, la manía tiene una duración mínima de una semana.
Lo mencionado hasta aquí, corresponde a una de las fases por las que transcurren los sujetos que la padecen.
Segunda fase
La segunda fase, es exactamente lo contrario.
Sin motivo aparente, se ingresa en un período depresivo, en el que puede verse una marcada pérdida del interés por las actividades habituales, sentimientos de soledad, autoestima baja, culpa, apatía, pérdida de la fuerza de voluntad, fatiga, dificultad para concentrarse, sueño prolongado con cansancio diurno, etc.
Es decir, se pasa de una experiencia de felicidad extrema a un gran sufrimiento (la intensidad de este cambio, se deberá a la gravedad del caso y a características particulares del mismo).
Como se puede notar hasta el momento, es un cuadro complejo. Los primeros registros de su sintomatología aparecen a partir del siglo I de nuestra era y sin embargo, hasta hoy, no pueden establecerse las causas que expliquen completamente este diagnóstico.
Sin embargo, se sabe que es una enfermedad que tiene un alto componente genético, además estudios neurocientíficos, muestran que el funcionamiento cerebral es distinto en casos de trastorno bipolar (el sistema límbico, encargado de regular muchas funciones, se ve afectado).
Por último, los factores ambientales, cumplen un rol fundamental es decir, todos los componentes externos que rodean la vida del sujeto a lo largo de su ciclo vital (familia, amigos, trabajo, experiencias vitales, etc).
Cómo abordar este trastorno
En la actualidad, existen diversos enfoques dentro de la psicología que abordan este trastorno.
Según algunas investigaciones recientes, el tratamiento que cuenta con mayor eficacia hasta el momento es la Terapia Cognitivo Conductual combinado con tratamiento psicofarmacológico.
Más allá de lo compleja que es esta enfermedad, bien tratada, suele tener un muy buen pronóstico.
De hecho, existen innumerables artistas, poetas, escritores y músicos que han transitado por ella, como por ejemplo Van Gogh, Lord Bryon, Mary Shelley, Virginia Woolf, Winston Churchill, entre otros.
Además del tratamiento elegido, la familia o el círculo cercano de la persona afectada es una pieza clave para el progreso en este tipo de cuadros. La llamada “observación a distancia” suele ser la herramienta más útil.
Esta, se trata de observar, sin un juicio de valor, a su ser querido, para poder detallar aquellos momentos en los que está comenzando el período maníaco.
Para ello, puede ser útil observar el nivel de actividad (aumento de tareas o proyectos), irritabilidad, aumento de la productividad verbal, horas de sueño, aparición de nuevos intereses, ideas, proyectos o cambios en el estado de ánimo.
Como sociedad, aún nos queda mucho que aprender para poder acompañar de manera compasiva y asertiva a quienes padecen esta o cualquier otra dolencia emocional.
La no estigmatización de las mismas, es un primer gran paso.
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