Acné en la adolescencia

El acné en la adolescencia es más que una inflamación en la piel. Pueden desencadenar problemas psicológicos y sociales. Es un asunto que debe ser tomado en serio.

Alessandra Guimarães

Periodista y gestora de contenido

26 Artículos


11 de enero de 2021

Para el adolescente, no hay nada peor que una espinilla en el rostro. A pesar de que el acné en la adolescencia es algo común, ya que afecta aproximadamente al 85% de ellos, sigue siendo una realidad desagradable en la vida de los más jóvenes.

De hecho, vivir con acné en la adolescencia no solo compromete la salud de la piel sino que puede tener consecuencias emocionales como retraimiento social, ansiedad, depresión y baja autoestima.

Por lo tanto, el acné debe tratarse cuando comienza a aparecer en la cara. Suelen aparecer a los 11 o 12 años.

En este caso, si los granos persisten, el tratamiento debe durar hasta la edad adulta. Para que el tratamiento del acné sea eficaz, implica una limpieza profunda de la piel, el uso de medicamentos, la exfoliación y los cambios en la dieta.

Las espinillas llegan temprano: entre los 11 y los 12 años (Persistence Market Research – PMR)

¿De dónde vienen las espinillas?

Ciertamente, tener espinillas en la adolescencia es prácticamente un requisito a la hora de pasar por esta fase. Desafortunadamente surgirán y te molestarán. Por eso es importante comprender cómo surgen.

Pues bien, los granos no son más que una lesión provocada por el aumento de la producción de sebo, que se origina en las glándulas sebáceas.

Como resultado, la piel queda con exceso de grasa, lo que obstruye los poros y aumenta la reproducción de bacterias.

Así, este proceso da lugar a comedones, conocidos popularmente como puntos negros. Y la inflamación de estos puntos negros produce los granos o espinillas.

Para que las espinillas no dominen el rostro y otras partes del cuerpo (normalmente la espalda y el pecho), es necesario controlar la grasa de la piel, porque es ella la que desencadena todo el proceso inflamatorio.

El acné es una enfermedad desencadenada por múltiples factores como la herencia, la predisposición genética, la producción de hormonas sexuales, la infección por bacterias e incluso el estrés.

El uso de algunos alimentos (grasas, dulces y harina blanca), medicamentos (corticosteroides), limpieza inadecuada de la piel y hábitos como dormir con maquillaje, potencian la aparición de granos.

Además, las personas con piel grasa no deben utilizar productos – como lociones, maquillaje, humectantes – grasosos, ya que también desencadenan la aparición del acné.

¿Cómo tratamos el acné?

Una de las causas para desarrollar acné en la adolescencia, es la producción de hormonas. Además, el estrés emocional también es un factor desencadenante, en los adolescentes y también en las mujeres en la edad adulta.

Algunos estudios incluso asocian la aparición de espinillas durante el período de evaluación escolar. Por eso, vale la pena controlar el estrés en estos momentos.

Entonces, ¿cómo lidiar con el acné de la adolescencia?

Primero, existen varios tipos de tratamiento para el acné, según la gravedad del problema. Y para encontrar el tratamiento ideal, se requiere la evaluación de un médico.

Pero hay algunas recomendaciones importantes sobre cómo prevenir, o mitigar, la aparición de granos. Y aquí van:

Limpieza de piel

El primer paso es realizar una adecuada higiene de la piel, utilizando un jabón adecuado para pieles acnéicas o grasas.

Tener acné es normal en la adolescencia, pero debe tratarse con un especialista

Pero cuidado: una limpieza excesiva también puede irritar la piel y provocar lesiones. Dos veces al día, al despertar y antes de acostarse, es suficiente para limpiar su piel.

Esta limpieza debe realizarse con agua a temperatura ambiente, con movimientos suaves y secando con una toalla suave.

Además, no se debe rascar ni exprimir la espinilla. Esto aumenta la inflamación y provoca cicatrices en la piel, aumentando el riesgo de nuevas infecciones.

Para reducir las manchas hiperpigmentadas, el acné residual en la cara, use protector solar sin aceite, efecto seco o gel. La exposición al sol, a pesar de resecar las espinillas, genera posteriormente la obstrucción de los poros.

Espinillas versus alimentación

La comida afecta la salud de la piel (¡y de todo el cuerpo, verdad!). Y para tener una piel bonita, libre de espinillas, algunos alimentos son nuestros grandes aliados.

Como por ejemplo las castañas y las semillas, que son ricas en nutrientes, ayudan a controlar la grasa y a cicatrizar la piel.

El ajo, que es un potente bactericida y antiinflamatorio, ideal para reducir el acné.

Otros alimentos como zanahorias, uvas, arroz integral, alcachofas, aguacates, sandías, naranjas y verduras deben formar parte de la dieta de quienes quieren mantenerse alejados de los granos y espinillas.

Por otro lado, deben evitarse enérgicamente los productos lácteos, los alimentos ricos en grasas, el azúcar y la harina de trigo, ya que contribuyen a la inflamación de la piel.

Beber agua es clave

Otro consejo importante para quienes quieren deshacerse de las espinillas (e invertir en la salud como un todo), es beber al menos 2 litros de agua al día.

El agua elimina las toxinas del cuerpo, mantiene la piel hidratada y ayuda en la cicatrización..

Finalmente, el adolescente deberá ser acompañado por un médico, quien le estipulará el mejor tratamiento para el acné.

Tener acné en la adolescencia es muy común, pero sus consecuencias pueden afectar la salud mental del adolescente, incluso llevando sus efectos negativos hasta la vida adulta.

Máscara facial 

Para eliminar espinillas y puntos negros, tenemos una sugerencia natural, utilizada en el spa-médico Cevisa (Centro de Vida y Salud), que es una mascarilla facial con dolomita.

La dolomita es una arcilla blanca de textura muy fina rica en calcio y magnesio. Tiene acción antiinflamatoria y se puede encontrar en tiendas naturistas.

Esta mascarilla reduce cicatrices, ojeras, arrugas y manchas. Además, reduce el proceso inflamatorio en caso de acné y superficializa los puntos negros.

Cómo hacerlo: Prepara una pasta suave de dolomita con agua y aplícala en tu rostro con una brocha. Deje reposar durante 20 minutos. Retira la mascarilla con una toalla humedecida con agua fría o lávete la cara con agua corriente fría. Por último, hidrata tu rostro con una crema apta para pieles acnéicas. Para pieles grasas, aplica la mascarilla 2 a 3 veces por semana y para pieles secas 1 vez a la semana.

¿Te ha ayudado este contenido? ¡Entonces compártelo con tus amigos!

Artículo supervisado por el médico Alexandre Magno, CRM 149.444

Volver